GANADOR POESÍA
FOTOGRAFÍAS
Hojas que
mueve el viento
Y los
recuerdos evocan
Melodías que
acarician
Canciones
que nos transportan
Momentos
compartidos
Vuelven a la
memoria
Nadando
entre etapas
Y entre días
de gloria
Volviendo la
vista atrás
Rebuscando
en la niñez
Encontramos
la inocencia
Que nunca se
ha de perder
Viajando en
el tiempo
Una lluvia
de fantasías
Cae sobre
mis pensamientos
Mojando las
fotografías
GANADOR
MICRORRELATO ÁNGEL DOMINGO CAMPOS, ÁNGEL DOMINDO
PÉREZ
EL JOVEN QUE
APRENDIÓ A FABRICAR EL TIEMPO
La sirena serpentea el amanecer.
Scanner, quirófanos,
uci, y angustia. El joven sobrevivió a todos pero olvidó la noción del tiempo.
Los hechos sucedían sobre el abismo de la nada. Imposible hilvanar una secuencia y guardarla en su memoria.
Inestable. Inestable en las tres esferas, dijeron los
hombres de bata blanca.
Decidió inventar su tiempo coloreado los sentimientos. Verde
esperanza, paz azulada, tristeza negra y rojo para la alegría. Antes de dormir,
repasaba el mapa de colores comenzado cada despertar.
Fabricó en su mente miles de días multicolores y se murió
viejo.
GANADOR RELATO
CORTO MARCO
MIGUELÁÑEZ COPA
SU OTRO YO
En algún lugar del mundo un grupo de
personas con distintas discapacidades y sin ellas se reunieron doce días para
estar y compartir vida junta.
Hicieron muchas actividades, una de
ellas se trataba de bailar y de moverse cada uno como quisiera, de pie,
sentado, tumbado… Era una pasada, se lo pasaron muy bien. Al final se pusieron
en modo relajación para encontrar su otro yo. Por casualidad o porque tenía que
ser así un chico se puso al lado de un gran compañero y amigo al que apreciaba mucho,
se tocaron el cuello, la frente la cara…, cada
instante que pasaba se encontraba más emocionado y a punto de llorar, se
pusieron de pie e hicieron un círculo grande y se abrazaron cogidos de los
hombros como si fueran a jugar un partido. El chico no podía más era ahora o
nunca, el círculo se hizo cada vez más pequeño, en ese instante rompía a llorar como si estuvieran matando a
cuchillazos delante de él a sus seres más queridos, sus "sobris", su
compañero le cogió y le abrazó. Estuvieron cinco minutos llorando sin parar y
él sin decir nada aunque en su interior le hablaba. Pasados estos cinco minutos
el chaval anduvo despacio y le llevó a una silla, le ayudo a sentarse, le miro
a los ojos y comprendió que el que lloraba no era él, era su otro yo.